La obstrucción lagrimal congénita o lagrimeo desde el nacimiento es una entidad relativamente frecuente.
Hasta un tercio de los recién nacidos presentan una obstrucción congénita de los conductos lagrimales debido a que los mismos no terminan de canalizarse en el momento del parto, por lo cual es normal que los primeros 2 meses los niños puedan tener lagrimeo.
Usualmente ese sistema lagrimal termina de permeabilizarse a lo largo del primer año, por lo cual las chances de que un chico que presenta lagrimo congénito, se resuelva espontáneamente, son muy altas.
Esa es la razón por la cual habitualmente preferimos aguardar hasta el año de edad antes de realizar cualquier tratamiento. Una vez alcanzado el año de edad, las posibilidades de que el conducto se desobstruya espontáneamente descienden, y a la vez hay trabajos que muestran que si uno espera
más allá del año, las posibilidades de resolver la obstrucción en forma quirúrgica van descendiendo.
Esa es la razón por la que recomendamos aguardar hasta el año de edad a que la situación se resuelva espontáneamente, pero luego no posponemos mayormente la cirugía.
La cirugía consiste en la canalización del conducto mediante la ayuda de un endoscopio para visualizar la parte inferior de la nariz y se pasa una delgada sonda que permeabiliza la vía lagrimal. Esto es exitoso en 90 a 95% de los pacientes.
Aquellos pacientes cuyo primer sondaje falla por distintas razones pueden necesitar la llamada intubación lagrimal con silastic o silicona. ¿En qué consiste eso?, en la colocación de un delgado filamento de silicona que da toda la vuelta a la vía lagrimal y llega hasta la nariz.
Esto permite mantener ese filamento durante 6 mees y facilitar así la permeabilidad del conducto.